
Hace bastantes años menos, Quentín Tarantino, filmaba una suerte de “what If” sobre la Segunda Guerra Mundial, donde un grupo de soldados americanos que respondían al nombre de "los Bastardos”, recibía inicialmente el encargo de acabar con militares alemanes y fomentar el miedo en el ejército invasor. Una vez logrado ese objetivo, através del teniente Archie Hicox, entran a formar parte de la operación Kino, un plan facilitado por una actriz alemana, Bridget von Hammersmark ,que espía para los británicos, y que pretende acabar con la práctica totalidad de la cúpula nazi. En la sombra Shoshanna, una joven cuya familia, el caza judíos Hans Landa, asesina en el glorioso primer capítulo, regenta un cine de París donde, finalmente, todas las historias acabaran convergiendo, en el estreno de una película, "El orgullo de la nación", y que contará con un invitado de honor, Adolf Hitler.

Sobre intentos de acabar con la vida del Führer, el cine también se ha hecho eco en visiones más históricas que la de Tarantino, por ejemplo “Valkiria” de Bryan Singer. La película describe los últimos intentos, en 1944, para acabar con Hitler llevados a cabo por una resistencia militar, que si bien en principio permitió los excesos del Canciller durante “La noche de los cuchillos largos”, gracias a un acuerdo implícito en el que el mandatario se abstendría de interferir en los asuntos internos del ejercito, no tardo en comprobar, tras la muerte de Hindenburgh, que las intenciones del líder nazi, se dirigían por caminos bien distintos.
Cuando a finales de 1937, Hitler hacía públicas sus intenciones de expansión, ciertos miembros de la cúpula militar, Blomberg y Fritsch, se mostraron contrarios a dichas ideas. Blomberg acabó dimitiendo cuando, Goering, descubrió que su segunda esposa había ejercido la prostitución. Fritsch fue relevado por “problemas de salud”, la Gestapo, a solicitud del mismo Goering, llevó a cabo un informe en el que se le acusaba de ser homosexual.

Uno tras otro, los planes de dicha resistencia, fueron fallando por todo tipo de casualidades que siempre favorecieron al afortunado Führer, pero en algo si tuvieron una gran clarividencia, el lugar donde se debía recluir al líder nazi: un centro psiquiátrico. Si bien estos parecerían los intentos más serios para acabar con la vida o el poder de Hitler, lo cierto es que uno tiene una especial debilidad por el intento en solitario de Georg Elser. No es que este fuera el único, Maurice Bavaud, un suizo ultra católico y anticomunista, que consideraba al Führer un neopagano demasiado débil con respecto a Stalin, llevó a cabo su propio intento, pero este fue tan poco interesante como la propia historia de Maurice que, salvo por su intento de acabar con Hitler, bien podría haberse hecho misionero, como era su intención.
El intento de Elser fue muy distinto. Georg, un carpintero de Suabia, creía que la política del gobierno perjudicaba a la clase obrera, y temía que la política expansionista del Führer, acabará por provocar una nueva Guerra Mundial. Con esa idea, Elser, con una minuciosidad y cautela sorprendentes, viajo hasta Berlín para ser testigo de cómo Hitler y sus viejos camaradas asistían a la cervecería Burgerbrau de Munich, para conmemorar el fallido golpe de estado de 1923. El carpintero fue testigo del discurso de Hitler, y tomó buena nota del horario y el lugar, llegando a la conclusión de que aquel debía ser el lugar donde llevara a cabo su atentado. Se fijó en que, tras el estrado donde el líder del NSDAP daba su discurso, había una columna donde se podía esconder una bomba de relojería, y que además, dicha columna, sostenía una galería que, al desplomarse, acabaría con Hitler si la explosión no lo hacía.

La fortuna adversa, fue para Georg Elser, cuyas previsiones resultaron cambiar en los momentos cruciales. Casi cuando estaba llegando a la frontera con Suiza, donde anteriormente no había casi controles, el estallido de la guerra lo había cambiado todo. Interrogado por dos agentes, Elser, no resulto muy convincente, y tras ser registrado y habiéndole encontrado una serie de objetos incriminatorios, fue puesto a disposición de la Gestapo. El gobierno nazi lo presento como la mano ejecutora de una conspiración orquestada por británicos y soviéticos, y fue llevado a un campo de concentración hasta que, casi al final de la guerra, fue ejecutado por orden de Himmler.
Lo que nunca supo Elser, es que su atentado abortó un golpe militar que se pretendía llevar acabo días después, pero conociendo a los implicados, me apuesto todo lo que tengo a que al bueno de Erwin von Wiztleben, no le faltarían motivos para pensar que “aquel Putsch era un asco”.
Que bueno lo de los What If. Yo tengo varios muuuy interesantes.
ResponderEliminarMe alegra de que te guste. Creo que yo tengo alguno por ahí también. Quizá el de Thor y Conan... no recuerdo. Lo miraré.
ResponderEliminar¡Qué raro eres!
ResponderEliminarGracias "rata desconejada"
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